LA HISTORIA DE LA CONSTRUCCIÓN DEL TREN DIRECTO MADRID-BURGOS.
La construcción del tren "Directo" de Madrid a Burgos comienza durante la Dictadura de Primo de Rivera (dentro del Plan Guadalhorce de 1926) pero se inaugura en el verano de 1968. Más de 40 separan el proyecto de su conclusión debido a los traumáticos años que atraviesa en ese momento la historia de España.
El proyecto tenía como objetivo reducir en casi 100 kilómetros el
recorrido entre Madrid y París, utilizando la línea recta más lógica y con ello
evitando una curva pronunciada entre Madrid y Burgos (pasando por las ciudades
de Ávila y Valladolid) como el trayecto existente hasta la época. La idea
suscita la oposición de la “Compañía de los Caminos de Hierro del Norte de
España” la concesionaria de la línea tradicional, los bancos prestamistas de la
Compañía así como de la ciudad de Valladolid que podía quedar relegada con
respecto a la red férrea española.
La Dictadura de Primo de Rivera se caracteriza por una época de bonanza en toda Europa, los denominados “felices veinte”, y de fuerte crecimiento industrial y de infraestructuras en España. Sin embargo, la crisis económica del 29 interrumpe dicha etapa de prosperidad.
Durante la II República (1931-1936) debido a la crisis del 29 y la
inestabilidad política se paralizan la mayoría de las obras (aunque en 1933 se
culmina el túnel de Somosierra, una de las obras más complicadas de toda la línea
del “Directo”).
En la Guerra Civil (1936-1939), una de la línea del frente entre los nacionales y los republicanos se sitúa en el norte de Madrid en la Sierra de Somosierra, donde se paraliza el avance nacional hacia Madrid capital desde el inicio hasta el final de la guerra. Las infraestructuras como estaciones, puentes o túneles se convierten en zonas utilizadas por ambos bandos y de concentración de soldados y armamento y por ello objeto de los ataques y bombardeos del enemigo. Por todo ello la mayor parte de las infraestructuras son dañadas o destruidas durante la contienda.
Con el inicio de la Dictadura franquista y la España de la posguerra las
obras llevan un ritmo muy lento por la falta de medios económicos y la miseria
generalizada de la época del hambre y la cartilla de racionamiento. Para
la construcción del tren “Directo” durante la posguerra franquista se recurre a
los trabajos forzados por parte de los presos republicanos. Se crean destacamentos
penales donde los reclusos habitan y trabajan redimiendo sus condenas
mediante la construcción de las vías férreas y las infraestructuras asociadas.
En los años finales de la década de
los 50 y los inicios de los 60, España comienza la senda del crecimiento
económico y con la etapa del
"Desarrollismo franquista" se agiliza el proyecto del tren
"Directo".
Finalmente el tren directo Madrid-Burgos
se inaugura en el verano de 1968. A la estación de Aranda acude para la inauguración el
mismísimo Franco en un tour por distintos puntos de la línea férrea de camino a
su descanso estival en San Sebastián.
Desde 2011 la línea no tiene servicio por el desprendimiento de una bóveda de un túnel de Somosierra. La conexión entre Madrid y Burgos quedó dividida en dos mitades. Hoy día solo se utilizan 25 km para el transporte de pasajeros de cercanías entre Madrid y Colmenar Viejo y los 96 kilómetros que separan Aranda con la ciudad Burgos pero solo para transporte de mercancías. El "Directo" se ha convertido en un tren fantasma.
LOS CAMPOS DE TRABAJOS FORZADOS DEL FRANQUISMO Y EL TREN DIRECTO
El de Bustarviejo se trata de uno de los campos de trabajo forzados que existieron en Madrid durante la dictadura franquista para la construcción de distintos tramos de la línea del ferrocarril directo entre Madrid y Burgos.
Durante la dictadura franquista miles de presos republicanos, condenados por “adhesión
o auxilio a la rebelión” a varias décadas de cárcel, pudieron redimir sus penas con trabajos forzados. Era un sistema
alternativo de condena ante el hacinamiento de las cárceles franquistas. Estos presos políticos levantaron
algunas de las obras públicas de la dictadura.
Bustarviejo es una pequeña localidad en la sierra norte de Madrid que conserva en sus cercanías uno de estos destacamentos penales. En este penal casi 800 reclusos republicanos desde 1944 a 1952 trabajaron en la construcción de 9 kilómetros del ferrocarril construyendo dos túneles, un puente-viaducto y una estación de tren ubicada en las afueras del pueblo.
En el lugar conocido como “Los Barracones” pervive un edificio de planta rectangular que gira en torno a un patio central y era el lugar donde se alojaban los presos cuando no estaban trabajando.
En
las colinas cercanas, visibles desde el propio penal, se situaban las casas de
los familiares de los reclusos. Eran cabañas y chozas de materiales pobres
construidas en ocasiones sobre el propio terreno de granito. Este sistema que
hacía permanecer a los familiares en la cercanía permitía que los reclusos no
intentaran la huida y aceptaran la imposición de los guardianes (las garitas de
vigilancia del penal tienen más una función de protección frente a los ataques
de la guerrilla de los maquis).
El destacamento penal ha sido reconvertido actualmente en un museo de la memoria.
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